lunes, 10 de noviembre de 2014

Meditación Orgánica-Demitificar la Meditación (de un artículo de Daniel Taroppio)



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"La meditación constituye la práctica central de todo proceso de desarrollo y sanación transpersonal.

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La esencia de la meditación no consiste meramente en adoptar posturas, hacer visualizaciones ni producir sonidos extraños atados a sistemas de creencias y dogmas. Todos estos pueden ser elementos que formen parte de ejercicios que nos permiten acercarnos a la meditación, pero la meditación en sí no implica ningún tipo de prácticas complicadas.

La meditación es la más sencilla de las actividades humanas. El problema es que hemos olvidado regresar a ella por nuestra compulsión a pensar permanentemente, a planificar el futuro a partir del pasado y a buscar seguridad. Todo lo cual nos "saca" de nuestro cuerpo, de nuestros sentidos, de la realidad presente.

El pensamiento es una función biopsíquica autoprotectora, destinada a buscar suministros, seguridad y placer mediante la planificación del futuro en función de la experiencia del pasado. Es decir que el pensamiento está siempre atado al tiempo, recordando lo que ocurrió y anticipando lo que podría ocurrir para evitar el dolor y asegurar el placer. Sin embargo, en su accionar anticipatorio compulsivo, genera contracción, temor y angustia. Es decir, todo lo contrario a lo que busca.

Este estilo propio de autoprotegernos, nos va convirtiendo en una contracción autoencapsulada en el eterno Flujo Universal. Nos convertimos en remolinos que se olvidaron que son el río. Olas que han olvidado que son el mar. Células que han perdido su consciencia de formar parte de organismo mayor. Este simple olvido, es lo que llamamos el egotismo.

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La Meditación Orgánica es un método simple y enraizado que nos brinda la posibilidad de meditar en todo tiempo y lugar, como una práctica permanente de presencia y apertura a la vida, centrado en la recuperación de la experiencia vital-energética, aquí y ahora. Consiste en sencillos ejercicios respiratorios, de consciencia corporal y apertura a nuestra realidad energética-vibratoria, como medios para alcanzar la percepción de la dimensión sutil y muy sutil, en nosotros mismos, en los otros y en el universo como un todo.



El Ser original constituye lo “no nacido”, aquello que no pertenece al devenir, a las circunstancias. Es una apertura más allá (antes, después y fuera) del espacio y el tiempo, más allá (antes, después y fuera) del nacimiento y la muerte, que nunca puede ser tocado por las circunstancias de la vida, pues pertenece al Flujo Universal del que todo emerge. Sólo la experiencia directa de esta dimensión permite que el ego descanse de su temor permanente y de su compulsiva y agotadora búsqueda de seguridad, placer y evitación del dolor.

Meditar consiste simplemente en abrirnos a esta apertura que ya somos, no a algo especial que debamos llegar a ser.

Ésta es precisamente la esencia de la Meditación Orgánica: percibirnos como la manifestación de una conciencia pura que se expresa en el espacio-tiempo como energía y luego como materia y vida.

La meditación es un camino de vuelta a casa, y para ello lo primero es sensibilizarnos, abrirnos, sutilizarnos, sentir al universo como materia vibratoria, luego como energía, luego como conciencia, como vacío vibrante y luego como amor...

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En esta experiencia expansiva y estática el temor es sanado desde su misma raíz y la alegría y la libertad son las consecuencias naturales.(...) Meditar es sanar y trascender la mirada focalizada en lo separado, en la materia, en lo accidental, en la forma, donde nace el temor, y llevarla hacia lo sutil, donde todo es Uno.

Por ello es tan importante desmitificar la meditación, liberarla la de los dogmas, de los sistemas de creencias y de los rituales. Todo lo cual es importante únicamente en la medida en que tomemos contacto con la esencia de la experiencia meditativa, que consiste fundamentalmente en la liberación del egotismo que separa y el ingreso en el espíritu que es Uno.






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Meditar es respirar profundo, sonreír, abrir la mirada, extender la mano, exponer el corazón, disfrutar de cada instante, estar en contacto profundo con el cuerpo y las emociones, expandir los sentidos. Es verdaderamente ver, tocar, oler, saborear y escuchar la vida.

Poco a poco, esta apertura a la vida concreta, aquí y ahora, nos va sensibilizando hasta tal punto en que comenzamos a tomar contacto con la Fuente Original y Eterna de la cual esta vida ha emergido. Comprendemos entonces que este emerger no es algo que ha ocurrido en un instante remoto del pasado, sino una realidad viviente que está renaciendo en forma permanente, instante a instante. Ser uno con este florecimiento permanente, con el milagro de la vida, éste es el regalo que nos brinda la meditación.  


                                                                                                                            Daniel Taroppio
Dir. Escuela de Psicología Transpersonal-Integral